¿Cómo fue que Sergio Castillo Jr. culminó su sueño americano mientras se convertía en el segundo pateador latino de goles de campo en la historia de los Jets?
Primero, despertó una mañana listo para administrar un gimnasio en Amarillo, Texas y terminó la próxima tarde corriendo en el Centro de Entrenamientos Atlantic Health de los Jets en Florham Park.
Luego, tras el tirón de la ingle de Sam Ficken, subió del pelotón de práctica al primer equipo en menos de 11 días.
Y en cuestión de minutos, después de escuchar con orgullo el himno nacional estadounidense en el estadio MetLife, salió para conectar un gol de campo de 29 yardas en la primera serie ofensiva del partido de la Semana 7 contra los Buffalo Bills.
"No sabía si la primera patada iba a ser iniciando el partido o iba a tardar un cuarto o dos, pero pasó rápido", dijo Castillo. "Y cuando entró la bola y llegué a los 'sidelines', fue cuando me di cuenta de que mi sueño se logró después de años de estar luchando. Y la mera verdad, sí, se me salieron unas lágrimas de felicidad".
Castillo, quien cumplió 30 años el 1 de noviembre, nació en La Joya, Texas, pueblecito en la frontera al oeste de McAllen dentro del corazón del Valle del Río Grande, donde se funden los idiomas y las culturas de Estados Unidos y México. Puede ser un mundo duro para algunos o un punto de partida para otros.
En el caso de Castillo, su asombrosa trayectoria comenzó como hijo único criado junto a otros cuatros primos por su madre María Guadalupe Cáceres, su abuela María Trigo y sus tías Tosie y Bertha.
"Muchos de los chicos allá se crían en familias con una sola madre y sin muchas esperanzas. Fui muy afortunando de tener a mi familia", dijo Castillo.
Continuó en el colegio secundario de La Joya, donde en su tercer año conectó un gol de campo de 58 yardas en los playoffs estatales, y luego en West Texas A&M, universidad de Segunda División que fue la única institución que le ofreció una beca deportiva.
"Quise abandonar la universidad en mi primer año por problemas de racismo", dijo Castillo. "Mi madre me dijo que no estaría bienvenido en casa. 'El Valle siempre estará presente. Pero no tus sueños', me dijo".
Y tras una breve estadía con los Atlanta Falcons durante la pretemporada de 2014 como un agente libre ignorado en el sorteo universitario y con apenas $107 en su cuenta de cheque, continuó su jornada en la Canadian Football League, la Alliance of American Football y la XFL, interrumpido solo por una convalecencia obligada por la ruptura del ligamento cruzado anterior derecho en el 2017.
En resumen, Castillo fichó con siete equipos distintos quienes lo despidieron ocho veces en total.
"Hubo momentos de debilidad mental donde pensé que nunca más habría oportunidad para regresar con algún equipo," dijo Castillo. "Pero todos los días me levanto y escribo mis metas. Cómo quiero ser como hombre, como futuro papá, futuro esposo, como jugador dentro y fuera del campo".
Castillo habla en oraciones completas en ambos idiomas y cree en el poder del pensamiento positivo. Tiene en su apartamento una pizarra de "visión" con cuatro fotos que lo inspiran cada día.
Es producto pleno y completo de su generación, bilingüe y bicultural, hincha del legendario arquero mexicano Oswaldo Sánchez y las Chivas Rayadas que se nutrió con tortillas con frijoles y pan dulce como niño y ahora sigue la dieta mediterránea para mantenerse saludable y en forma.
Castillo está comprometido con Adriana Cavazos-Loya, una maestra en Amarillo. Esperan a su primer niño en enero. Después de terminar con el fútbol americano, sueña con ser un director de escuela y dirigir una fundación que recompense a los jóvenes por sus buenas notas con equipamiento deportivo.
"Como un mexicanoamericano de primera generación, no existen planos de vida", dijo Castillo. "Por eso quiero utilizar mi historia para mostrarle a los chicos que sí hay caminos".
Con los Jets, Castillo sigue los pasos de otro ídolo, el pateador mexicano Raúl Allegre, quién concluyó una carrera de nueve años en la NFL con dos partidos con el conjunto verdiblanco en 1991. En tres encuentros, Castillo ha conectado 6 de 7 goles de campo, incluso uno a 55 yardas.
Y mientras su futuro inmediato depende mayormente en la salud de Ficken, Castillo cree que su fe y perseverancia le pagaron dividendos cuando más importó. Para él, esta audición en la NFL es una "confirmación" futbolística.
"Sigo asombrado", reconoció Castillo. "No puedo creer que estoy jugando para los New York Jets".